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Mostrando las entradas de agosto, 2007

24. De tu cosecha

Tengo corazón de tepuy y alma de sabana. Tengo ojos de guayoyo y el Guaraira Repano debajo de mis hombros. Me serpentea en el cuerpo el agua que te surca y en mi piel atardece tu sol de los venados... Te me sembraste hondo y brotaron en mí dos hijos que son tuyos, tus "Hijos infinitos", como dijo el poeta. Hermanos de los hijos de la vida y la muerte del hambre y la esperanza, "el hijo de la casa y de la calle entera", el hijo de tu sangre y el de sangre viajera... Fibra y herencia viva de Bolívar y Sucre de Bello y Guaicaipuro, hacedores de patria que con palabra libre y brazos solidarios forjarán el futuro que reclama el presente... Cuando me vaya, tierra, no será para irme, será para quedarme germinando en tu suelo donde mi sangre sea savia de tu cosecha... ___________________ Ilustración: "El Ávila" (Nombre indígena: Guaraira Repano) Autor: Manuel Cabré -1967 Bandera de Venezuela

23. Un día con la abuela Clara

Mi abuela Clara no medía más de un metro y medio de estatura y nunca tuvo un gramo de más en su anatomía... Era magra y ligera. Cuando caminaba, cada paso suyo repicaba sobre las baldosas con una sonoridad que hacía adivinar la fortaleza de carácter con la que acometía cada tarea diariamente. La conocí ya cana y menuda. La memoria siempre me la trae a las seis de la mañana regando las plantas del patio: el limonero central, el guayabo resbaloso, las cayenas variopintas, las trinitarias moradas, los tomates, el mango, el cocotero y su preferida, la palma piña o palma enana, que le permitía conseguir los fondos para el mantenimiento del jardín y para comprar o cambiar sus novelas románticas. Vendía sus brotes a las floristerías. Su jornada diaria, después del riego matinal, pasaba por cada rincón de la casa, deteniéndose con esmero en la cocina, y culminaba con el riego vespertino del porche. Esta última actividad era precedida, cerca de las tres de la tarde, por el ritual de una ducha f

22. Sobre el sentido de ser, de hacer, de vivir, de elegir y hasta de sentir...

Sucede que a veces circunstancias imprevistas o personas, inconscientemente o con la mejor intención, nos impelen duramente a reflexionar, a tomar decisiones, a buscar explicaciones o justificaciones relacionadas con nuestra actuación o inacción, con nuestros sentimientos, con el sentido de vivir y el significado de la vida misma. En mi caso, debido a la propia insuficiencia para encontrar claridad, ("el único lugar que el pintor no pinta es el lugar donde está parado...") a pesar de haber seguido por mucho tiempo a Jorge Zalamea Borda en su decisión de abolir los libros para encontrarme en el hacer, la costumbre académica propia de la formación profesional que elegí termina "aterrizándome" en pensadores que han tenido muchísimo que ver con el ser o no ser, como José Ortega y Gasset, Viktor Frankl, Inmanuel Kant, Nietzsche, Erich From y algunos otros aplicados a la materia. Entre ellos, incluyo a mi hijo, quién con un razonamiento simpático y profundo de su propia c

21. Paréntesis

Hoy amanecí con la necesidad de decir te amo de volver a l abecedario del amor... Me llegó del balcón el arrullo cómplice de las palomas y un aroma de té rojo canela y jazmín se metió debajo de mi edredón donde te multiplicó... Saqué aquella foto de la gaveta y algo revivió en ella algo que duró dos canciones un café y un cigarrillo... Quise hablarle de la falta que me has hecho pero ya era hora de salir a caminar y sólo le recordé que quedó pendiente ir al dentista contestar un correo y tomar vitamina C... Hoy no hice la misma ruta hoy tuve que doblar los kilómetros...

20. Se puede lo que se hace...

La semana pasada, después de 25 años de no saber absolutamente nada de él, pude reconocer... la nariz de un gran amigo, compañero de estudios, de planes, de juventud, de sueños, de años. Sí, como en aquellos espacios universitarios, volví a ver que un cuerpo pegado a una nariz cruzaba la calle. Por descarte lo saqué: sólo podía ser Cyrano de Bergerac o mi amigo Gustavo... ¡Y como no era Cyrano, pues era Gustavo! Casi sin darle crédito a mis ojos, lo miré y le sonreí feliz y francamente como entonces. (Por ahí estaba mi distintivo en aquella época, pero los odontólogos hicieron lo suyo y yo no lo tuve en cuenta). Su cara no se inmutó y el semáforo cambió; había que pasar la avenida. Decidida y dispuesta lo seguí muy de cerca y casi pegada a él pronuncié su frase preferida: "Se puede lo que se hace". Se volteó en plena mitad de la vía, su cara se transformó, sus ojos empezaron a brillar sospechosamente como los míos... y casi gritó mi sobrenombre de entonces con esa voz bronca

19. Las luciérnagas...

Muy pequeñita, desde la ventana de casa vi alguna vez diminutas lucecitas yendo de un lado a otro en el jardín. Luego supe por los textos escolares que aquellos punticos luminosos eran emitidos por las luciérnagas. Sin embargo, debo decir que nunca entendí ni averigüé en detalle sobre aquel extraño proceso de origen animal. Posteriormente, mi primer encuentro cercano -debido a un tercer tipo...- con la luz de las luciérnagas fue metafórico. Estaba en la universidad y vivía en una residencia para estudiantes donde la dueña literalmente moría por su impenitente y malhadado amor, a quién ella a pesar de todo se empeñaba en llamar "Mi solecito". Un buen día, o mejor una mala noche, a "Mi solecito" se le pasaron las copas, las horas y las manos... y al desayuno de la mañana siguiente la mirada de nuestra querida casera era oscura por dentro, de frente y de perfil... No obstante, como siempre, doña Sarita llamó: "¡Solecito, tu desayuno está servido!". Fue entonc

18. Mirando tu retrato me consuelo...

El título es tomado de la letra de "Desvelo de Amor", una de las composiciones de Rafael Hernández que me toca profundamente. En ella el compositor nos dice: "Te juro que dormir casi no puedo, mi vida en un martirio sin cesar, mirando tu retrato me consuelo, vuelvo a dormir y vuelvo a despertar. Dejo el lecho y me asomo a la ventana, contemplo de la noche su esplendor, me sorprende la luz de la mañana, en mi loco desvelo por tu amor..." ¡Cuánto sentimiento, cuánto romanticismo, qué manera de decir...! Y hablando de retratos, leía hace poco que los aborígenes australianos no permitían que los primeros expedicionarios los fotografiaran, pues según ellos su espíritu se escapaba un poco en cada fotografía... Vaya usted a saber qué dios o qué incidente dio origen a tal mito... Es un misterio realmente; quizás habría que investigar las andanzas secretas de Leonardo o Daguerre por aquellas tierras, aunque es poco probable que a ellos se deba el cuento... Esta nota y la ca

17. Del enamoramiento al amor...

El enamoramiento es una etapa deliciosa, común, merecida y conocida por todo mortal (que se cree inmortal bajo su influencia), signada por un entusiasmo que apela a los excesos, donde todas las manifestaciones se transforman en visiones sobrenaturales y donde los defectos son también 'visiones' que se barren debajo de la alfombra... Durante su proceso los médicos no se explican cómo aquel cristiano antes rayano en la hipocondría, aquejado periódicamente de astenia, gripe, amigdalitis, pulmones, corazón o tensión arterial, a quién se le recomendaron urgentes ejercicios de relajación y respiración profunda, deja de pisar el consultorio aunque ahora sólo jadea y no utiliza la nariz más que para olfatear el aroma del deseo (léase feromonas...). Y es que no lo ha entendido nunca nadie, ni los médicos con todos sus años de estudio al respecto: se ha comprobado que durante el enamoramiento se produce un 'alzamiento' de las hormonas propias y comunes como la adrenalina, y de ci

16. ¡Alegría con coco y anís!

Barranquilla es una ciudad colombiana de calles anchas, de andenes limpios y amplios bordeados de grama delicada, arbustos florecidos y árboles donde el sol derrocha clorofila todo el año; la han llamado desde siempre "Curramba la bella". Mamá decía que a mediodía en esos andenes se puede freír un huevo en un segundo. Debe ser por eso que la hora más esperada se sitúa entre las cuatro y las cinco de la tarde, cuando la mayoría de los barranquilleros empiezan a salir al porche, a la tienda, a la diligencia, a los parques, rescatando de la soporosa canícula el espíritu de esa bullanguera cepa tropical. Una "bola de trapo" llega veloz de no se dónde hasta la portería misma de... tu nariz y un ingenioso piropo te convierte en sonrisa la molestia. ¡Cuánto placer me trae recordar ese ambiente de frescura que se vive al bajar el sol en las tardes curramberas! Es realmente delicioso ver cómo aparecen una a una las señoras, manguera en mano, regando sus jardines, mientras lo