Cuando los sueños no sueñan
hay silencios que despiertan
Cuando no puedes volar
hay silencios que dan alas
Cuando la soledad es ausencia
hay silencios que acompañan
Cuando todo está perdido
hay silencios que rescatan
Cuando la tristeza ahoga
hay silencios que son lágrimas
Cuando pierdes el camino
hay silencios que te orientan
Cuando la palabra no dice
hay silencios que nos hablan
Cuando todo es el vacío
hay silencios que te amparan
Cuando las puertas se cierran
hay silencios por ventanas
Cuando se quiebra el espíritu
hay silencios que lo sanan
Pero cuando el sentimiento muere
hasta los silencios callan
Muy pequeñita, desde la ventana de casa vi alguna vez diminutas lucecitas yendo de un lado a otro en el jardín. Luego supe por los textos escolares que aquellos punticos luminosos eran emitidos por las luciérnagas. Sin embargo, debo decir que nunca entendí ni averigüé en detalle sobre aquel extraño proceso de origen animal. Posteriormente, mi primer encuentro cercano -debido a un tercer tipo...- con la luz de las luciérnagas fue metafórico. Estaba en la universidad y vivía en una residencia para estudiantes donde la dueña literalmente moría por su impenitente y malhadado amor, a quién ella a pesar de todo se empeñaba en llamar "Mi solecito". Un buen día, o mejor una mala noche, a "Mi solecito" se le pasaron las copas, las horas y las manos... y al desayuno de la mañana siguiente la mirada de nuestra querida casera era oscura por dentro, de frente y de perfil... No obstante, como siempre, doña Sarita llamó: "¡Solecito, tu desayuno está servido!". Fue entonc...
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