El título es tomado de la letra de "Desvelo de Amor", una de las composiciones de Rafael Hernández que me toca profundamente. En ella el compositor nos dice:
"Te juro que dormir casi no puedo,
mi vida en un martirio sin cesar,
mirando tu retrato me consuelo,
vuelvo a dormir y vuelvo a despertar.
Dejo el lecho y me asomo a la ventana,
contemplo de la noche su esplendor,
me sorprende la luz de la mañana,
en mi loco desvelo por tu amor..."
¡Cuánto sentimiento, cuánto romanticismo, qué manera de decir...!
Y hablando de retratos, leía hace poco que los aborígenes australianos no permitían que los primeros expedicionarios los fotografiaran, pues según ellos su espíritu se escapaba un poco en cada fotografía... Vaya usted a saber qué dios o qué incidente dio origen a tal mito... Es un misterio realmente; quizás habría que investigar las andanzas secretas de Leonardo o Daguerre por aquellas tierras, aunque es poco probable que a ellos se deba el cuento...
Esta nota y la canción del extraordinario compositor puertoriqueño me hicieron reflexionar sobre el tema de la fotografía de hoy y su papel como depositaria o emisaria fiel... Entre otras digresiones, evidentemente todavía esta herramienta, -que cuando virtual se hace difícil de abrazar y besar románticamente durante un desvelo de amor-, cuenta con la confianza de la mayoría de los chateadores internautas. ¿Y por qué lo digo? ¡Ah!, por las dos preguntas indefectibles del primer contacto: "¿Qué edad tienes?" y "¿Me regalas una foto tuya?" (...hablan con la esperanza de una más cercana y mejor enfocada que la incluida en la pequeñísima ventana del chat).
Entre paréntesis, la Internet se ha convertido en un lugar mucho más seguro y efectivo que la tasca o la discoteca para conocer gente, aparte de ser el vehículo que sustituyó la esquela perfumada, escrita en letra cuidada y menuda. (¡Después padres, abuelos y tíos no se explican la diferencia...!).
No obstante, y me temo que sonaré de ahora en adelante de un prosaico escupible, en la mayoría de los casos la respuesta a la primera casi nunca viene dada en la segunda. Sin embargo, es posible que mientras llega el día de la verdad, hasta el más curioso asegure una regular dosis de paciencia al recibir la ansiada .jpg (la segunda), aunque sus dudas persistan... (la primera). Y es que (¡Cómo deseo en este momento haber pertenecido a aquella confiada y espiritual etnia australiana...!) es de todos conocido que la mayoría de las fotos "de enganche" antes de llegar a la Internet han pasado por un "spa" donde reciben intensos tratamientos de brillo, contraste, color, foco, etc., etc., que le impiden a usted, amigo, conocer con certeza aspectos ¿tangibles? de quien le habla al otro lado de la pantalla, pues no hay edad, piel, ojos, boca, manos ni contextura que sean fieles a los originales bien guardados por el portador cuando se trata de un buen editor o registro digital con más de 3 mpx, incluidas las cam-web. ¡Y ni hablar del espíritu del susodich@, protegid@ dentro de tanta belleza...! ¿Será por eso que los hoy popularísimos aborígenes australianos desistieron de sus mitos en este sentido y se decidieron a cobrar lo suyo por cada pedacito de espíritu...?
Así, queridos de la red, es inutil aquello de centrarse de entrada en la edad y la otra y otra foto. Si el cristian@ hasta ahora virtual está en la misma ciudad, sugiero no hacerse muchas cábalas y satisfacer su curiosidad apurando una cita personal. De otra manera, me atrevería a decir que para empezar podría resultar más efectivo reemplazar las pregunticas de marras por las que l@ lleven a conocer algo que probablemente no se puede retratar, salvo por el trato continuo movido por intereses que vayan más allá del cuarto oscuro... (¡Ojo!, que seguimos hablando de fotografía...) Mucho más si le ha asaltado repentinamente* la idea de llegar con el personaje más allá de la amistad a través de los vericuetos virtuales. Quizás luego la primera requisición perderá importancia consistentemente y en cuanto a la segunda, usted mism@ la enfocará, editará y retocará en el cuarto oscuro o como guste... para complacer a su adorable par vanidos@. Ya todo se valdrá... ¡Ah!, y lo más seguro es que, como sea que fotografíen él o ella, más nunca dejará su foto olvidada en los archivos del chat, pues la llevará junto con el original -y ojalá para siempre- en el bolsillito izquierdo de pecho...
Pero si después de la primera cita resultara que evidentemente la foto era "prestada"... no se aflija, querid@ amig@, reinicie la búsqueda con más ánimo, amplíe su abanico de posibilidades y recuerde que antes de que existiera la Internet muchos príncipes azules y princesas rosa resultaron no ser sanforizados y también se destiñeron en la primera cita...
_______________________
(*) ¿Existe la "química virtual"? Buen tema para otra oportunidad. Se aceptan opiniones.
"Te juro que dormir casi no puedo,
mi vida en un martirio sin cesar,
mirando tu retrato me consuelo,
vuelvo a dormir y vuelvo a despertar.
Dejo el lecho y me asomo a la ventana,
contemplo de la noche su esplendor,
me sorprende la luz de la mañana,
en mi loco desvelo por tu amor..."
¡Cuánto sentimiento, cuánto romanticismo, qué manera de decir...!
Y hablando de retratos, leía hace poco que los aborígenes australianos no permitían que los primeros expedicionarios los fotografiaran, pues según ellos su espíritu se escapaba un poco en cada fotografía... Vaya usted a saber qué dios o qué incidente dio origen a tal mito... Es un misterio realmente; quizás habría que investigar las andanzas secretas de Leonardo o Daguerre por aquellas tierras, aunque es poco probable que a ellos se deba el cuento...
Esta nota y la canción del extraordinario compositor puertoriqueño me hicieron reflexionar sobre el tema de la fotografía de hoy y su papel como depositaria o emisaria fiel... Entre otras digresiones, evidentemente todavía esta herramienta, -que cuando virtual se hace difícil de abrazar y besar románticamente durante un desvelo de amor-, cuenta con la confianza de la mayoría de los chateadores internautas. ¿Y por qué lo digo? ¡Ah!, por las dos preguntas indefectibles del primer contacto: "¿Qué edad tienes?" y "¿Me regalas una foto tuya?" (...hablan con la esperanza de una más cercana y mejor enfocada que la incluida en la pequeñísima ventana del chat).
Entre paréntesis, la Internet se ha convertido en un lugar mucho más seguro y efectivo que la tasca o la discoteca para conocer gente, aparte de ser el vehículo que sustituyó la esquela perfumada, escrita en letra cuidada y menuda. (¡Después padres, abuelos y tíos no se explican la diferencia...!).
No obstante, y me temo que sonaré de ahora en adelante de un prosaico escupible, en la mayoría de los casos la respuesta a la primera casi nunca viene dada en la segunda. Sin embargo, es posible que mientras llega el día de la verdad, hasta el más curioso asegure una regular dosis de paciencia al recibir la ansiada .jpg (la segunda), aunque sus dudas persistan... (la primera). Y es que (¡Cómo deseo en este momento haber pertenecido a aquella confiada y espiritual etnia australiana...!) es de todos conocido que la mayoría de las fotos "de enganche" antes de llegar a la Internet han pasado por un "spa" donde reciben intensos tratamientos de brillo, contraste, color, foco, etc., etc., que le impiden a usted, amigo, conocer con certeza aspectos ¿tangibles? de quien le habla al otro lado de la pantalla, pues no hay edad, piel, ojos, boca, manos ni contextura que sean fieles a los originales bien guardados por el portador cuando se trata de un buen editor o registro digital con más de 3 mpx, incluidas las cam-web. ¡Y ni hablar del espíritu del susodich@, protegid@ dentro de tanta belleza...! ¿Será por eso que los hoy popularísimos aborígenes australianos desistieron de sus mitos en este sentido y se decidieron a cobrar lo suyo por cada pedacito de espíritu...?
Así, queridos de la red, es inutil aquello de centrarse de entrada en la edad y la otra y otra foto. Si el cristian@ hasta ahora virtual está en la misma ciudad, sugiero no hacerse muchas cábalas y satisfacer su curiosidad apurando una cita personal. De otra manera, me atrevería a decir que para empezar podría resultar más efectivo reemplazar las pregunticas de marras por las que l@ lleven a conocer algo que probablemente no se puede retratar, salvo por el trato continuo movido por intereses que vayan más allá del cuarto oscuro... (¡Ojo!, que seguimos hablando de fotografía...) Mucho más si le ha asaltado repentinamente* la idea de llegar con el personaje más allá de la amistad a través de los vericuetos virtuales. Quizás luego la primera requisición perderá importancia consistentemente y en cuanto a la segunda, usted mism@ la enfocará, editará y retocará en el cuarto oscuro o como guste... para complacer a su adorable par vanidos@. Ya todo se valdrá... ¡Ah!, y lo más seguro es que, como sea que fotografíen él o ella, más nunca dejará su foto olvidada en los archivos del chat, pues la llevará junto con el original -y ojalá para siempre- en el bolsillito izquierdo de pecho...
Pero si después de la primera cita resultara que evidentemente la foto era "prestada"... no se aflija, querid@ amig@, reinicie la búsqueda con más ánimo, amplíe su abanico de posibilidades y recuerde que antes de que existiera la Internet muchos príncipes azules y princesas rosa resultaron no ser sanforizados y también se destiñeron en la primera cita...
_______________________
(*) ¿Existe la "química virtual"? Buen tema para otra oportunidad. Se aceptan opiniones.
Comentarios
Oscar