Ir al contenido principal

32. Bailando con la vida


Video: Parte final de la película Zorba El Griego, con Antony Quinn y Alan Bates

De buena gana todos los días haría un alto y me pondría a bailar o a cantar a todo pulmón por el solo hecho de hacerlo, aún corriendo el riesgo de que mis hijos, los empleados y hasta la Beba piensen que me volví loca. Eso y mucho más quisiera muchas veces, pero no lo hago...

Sin embargo, hoy no ha sido así; hoy me reconcilié con la locura. Mis enanos recrecidos y amados no lo entendieron del todo, sin demostrarlo del todo... y la Beba, quizás identificada y entusiasmadísima, estuvo todo el tiempo persiguiéndome en dos paticas. Dejé el libro que corrijo, me quité los zapatos y bailé y bailé y bailé por el solo placer de dejarme ser... No puedo negar que por la mala costumbre de no hacerlo con frecuencia, mi propia timidez me desacompasó por segundos el ritmo interior. Pero volví a sentir ese aire puro, esa deliciosa sensación de plenitud y libertad que hace mucho tiempo sentí también bailando, si mal no recuerdo, primero Anyway you look at it, de los Rolling Stones, y luego Love of my life, de Santana. Bailaba con la vida...

Sobra decir que se me van los días pegada a textos ajenos, en lo de investigar; a los puntos y las comas, en lo de la ortografía; palabreando para plasmar mejor la idea, en lo de la semántica y la sintaxis; o bien parrafeando para ordenar mejor, en lo del análisis contextual o del discurso; etc., etc. Mejor dicho, se me va el tiempo trabajando; en eso trabajo. Y de los días de sol, de las noches de luna, de sentir, de vivir... de... de... ¡Pues nada! Entonces me mudo aquí, a mi blog, donde se me activa el "On"... donde afortunadamente he descubierto otra forma de seguir bailando por la vida.

Es que, aunque me encanta mi trabajo, la perspectiva en la que debo situarme cuando se imponen las metas que se alcanzan en el aire acondicionado, la cibernética, los tacones, las relaciones públicas, el neón y todo lo ya sabido, es perfectamente incompatible con la perspectiva sin límites de mi ser interior. Ese ámbito donde el tiempo, la altura, el ancho y la profundidad no le hacen barreras a los sueños... Ese lugar libre donde nace la poesía, donde sin alicientes externos, hormonales o climáticos, me acaloro, me desnudo, me escapo, me emborracho, me asalto, me despeino, me transformo, me ilumino, me vuelo, me permito, me desvanezco, me recobro, me reconozco, soy; bailo con la vida...

Sin embargo, siempre llega la hora de cerrar el blog... Dentro de unas horas, cuando mi reloj biológico me despierte y la rutina se me instale sobre los hombros, retornaré al escenario de las metas y los logros, donde debemos caminar con los ojos abiertos, las alas atadas y midiendo los pasos...

Comentarios

Entradas más populares de este blog

15. Noria

Cuando se acaba un amor termina el camino se quiebran los sueños duerme la esperanza somos menos niños... Cuando se acaba otro amor se acaba la prisa desvela la espera se arrastran los pasos nos pesa la vida... Cuando se acaba un amor calla la memoria rompemos los sobres cerramos los libros truncamos la historia... Cuando se acaba otro amor sufrimos de invierno se secan los besos empapa el recuerdo nos hacemos viejos... Cuando se acaba un amor perdemos la risa cambiamos la dieta nos volvemos sombra el sol nos lastima... Cuando se acaba otro amor sentimos que el alma tiembla en la garganta no existe el mañana y huyendo a la ausencia nos duelen las alas...

19. Las luciérnagas...

Muy pequeñita, desde la ventana de casa vi alguna vez diminutas lucecitas yendo de un lado a otro en el jardín. Luego supe por los textos escolares que aquellos punticos luminosos eran emitidos por las luciérnagas. Sin embargo, debo decir que nunca entendí ni averigüé en detalle sobre aquel extraño proceso de origen animal. Posteriormente, mi primer encuentro cercano -debido a un tercer tipo...- con la luz de las luciérnagas fue metafórico. Estaba en la universidad y vivía en una residencia para estudiantes donde la dueña literalmente moría por su impenitente y malhadado amor, a quién ella a pesar de todo se empeñaba en llamar "Mi solecito". Un buen día, o mejor una mala noche, a "Mi solecito" se le pasaron las copas, las horas y las manos... y al desayuno de la mañana siguiente la mirada de nuestra querida casera era oscura por dentro, de frente y de perfil... No obstante, como siempre, doña Sarita llamó: "¡Solecito, tu desayuno está servido!". Fue entonc...

54. Silencios...

Enya: Only time Cuando los sueños no sueñan hay silencios que despiertan Cuando no puedes volar hay silencios que dan alas Cuando la soledad es ausencia hay silencios que acompañan Cuando todo está perdido hay silencios que rescatan Cuando la tristeza ahoga hay silencios que son lágrimas Cuando pierdes el camino hay silencios que te orientan Cuando la palabra no dice hay silencios que nos hablan Cuando todo es el vacío hay silencios que te amparan Cuando las puertas se cierran hay silencios por ventanas Cuando se quiebra el espíritu hay silencios que lo sanan Pero cuando el sentimiento muere hasta los silencios callan