Ir al contenido principal

41. Dime...

(Video: Martirio - Si te contara)

Hasta cuándo paréntesis... cerrado cuando te vas, abierto cuando regresas...
Hasta cuándo esta ausencia inexplicable, cuando todo nos encuentra...
Hasta cuándo planchar las arrugas del tiempo que nos encoge el alma...
Hasta cuándo callar la música y escucharnos en el viento que pasa...
Hasta cuando alzar diques que se revientan con una lágrima...
Hasta cuándo el presente interrogando un sueño...
Hasta cuándo la caricia que no nos toca nunca...
Hasta cuándo escucharnos en silencio...
Hasta cuándo en silencio hablándonos...
Hasta cuándo los besos sin labios...
Hasta cuándo la vida sin besos...
Hasta cuándo adivinándonos...
Hasta cuándo amándonos...
Hasta cuándo siempre...
Hasta cuándo, dime...
Hasta cuándo tuya...
Hasta cuándo mío...
Hasta cuándo tú...
Hasta cuándo yo...
Hasta cuándo...

Comentarios

Anónimo dijo…
Hasta...
Hasta cuándo...
Hasta cuándo eres...
Hasta cuándo eres mía...
Hasta cuándo eres mía como...
Hasta cuándo eres mía como yo...
Hasta cuándo eres mía como yo de ti...

Hasta cuando que los besos sin labios
tengan labios y besos y aun sin eso, sean eso
Hasta cuando escucharnos en silencio
sea hablarnos sin decirnos y sin embargo, embargen
Hasta cuando adivinándonos, seamos certeza
y amándonos, la caricia nos toque en sueños,
Hasta que los diques una lágrima baste a rebazar,
habrá paréntesis, ausencias y arrugas
sin músicas y el viento nos hablará, erizándonos...
...siempre.

Porque mientras tengas preguntas...
Habrá respuestas...
Y juntos pero lejos, estaremos ...buscándonos.

Nadie llega a la otra orilla
sin haber ido haciendo puentes para pasar.

Hasta cuando a explicártelo llegues y no tengas que preguntarte
Y, hasta cuando creas haber hallado las respuestas...
... Sólo "cuándos" tendrás y eso, es algo y es nada, nada más.

Entradas más populares de este blog

19. Las luciérnagas...

Muy pequeñita, desde la ventana de casa vi alguna vez diminutas lucecitas yendo de un lado a otro en el jardín. Luego supe por los textos escolares que aquellos punticos luminosos eran emitidos por las luciérnagas. Sin embargo, debo decir que nunca entendí ni averigüé en detalle sobre aquel extraño proceso de origen animal. Posteriormente, mi primer encuentro cercano -debido a un tercer tipo...- con la luz de las luciérnagas fue metafórico. Estaba en la universidad y vivía en una residencia para estudiantes donde la dueña literalmente moría por su impenitente y malhadado amor, a quién ella a pesar de todo se empeñaba en llamar "Mi solecito". Un buen día, o mejor una mala noche, a "Mi solecito" se le pasaron las copas, las horas y las manos... y al desayuno de la mañana siguiente la mirada de nuestra querida casera era oscura por dentro, de frente y de perfil... No obstante, como siempre, doña Sarita llamó: "¡Solecito, tu desayuno está servido!". Fue entonc...

15. Noria

Cuando se acaba un amor termina el camino se quiebran los sueños duerme la esperanza somos menos niños... Cuando se acaba otro amor se acaba la prisa desvela la espera se arrastran los pasos nos pesa la vida... Cuando se acaba un amor calla la memoria rompemos los sobres cerramos los libros truncamos la historia... Cuando se acaba otro amor sufrimos de invierno se secan los besos empapa el recuerdo nos hacemos viejos... Cuando se acaba un amor perdemos la risa cambiamos la dieta nos volvemos sombra el sol nos lastima... Cuando se acaba otro amor sentimos que el alma tiembla en la garganta no existe el mañana y huyendo a la ausencia nos duelen las alas...

35. Destino París... ¡Glamour a trocha y mocha...!

Esta es una historia verídica, propia del irrepetible realismo mágico venezolano. Le sucedió a una amiga de años; excelente empresaria, editora, vecina de cuando nuestros críos apenas iniciaban el colegio, a quien llamaré Hortencia (igual tiene nombre de flor). A su regreso de la Ciudad Luz, satisfecha por el placer vivido y el deber cumplido me llamó para contarme, entre otras cosas, la aventura que significó el hacer realidad el viaje que le obsequiara una institución francesa interesada en que su revista cubriera para Venezuela un glamouroso evento internacional en pleno París, incluídos hotel cinco estrellas, intérprete y demás exquisiteces propias de la ocasión. Llegado el día, Hortencia, previsiva, responsable y fina como nadie, se aperó con sus mejores galas, afinó todos sus equipos audiovisuales con tecnología de punta, llenó una gran maleta con la última edición de sus publicaciones y algo de ropa (de allá vendría la que faltaba), contrató el taxi que la bajaría al aeropuerto ...