Con nuestra "Beba", (quién quiera discutir el nombre, vuelva a mirar sus ojos en las fotos, por favor) la historia fue diferente. Nosotros no escogimos nuestra mascota; fue ella quien literalmente nos escogió demostrando una tenacidad apabullante y un carácter perfectamente definido, perfeccionados día a día durante sus casi cuatro añitos.
Llegamos aquella mañana a la veterinaria y nuestra amiga Tamara nos llevó hacia una enorme jaula donde jugueteaban varios cachorritos preciosos en torno a su mamá; una perra mestiza, de pelaje muy brillante, marrón claro, con una cola blanca, poblada, larga y hermosa. Todos los cachorritos se parecían a su mamá, salvo uno (luego resultó una) que nos hizo pensar que el galán pudiera haber sido un salchica enrazado con galgo... Era una cosita con el palaje de su madre, con un hocico largo y unas patas larguísiiiiimas. Pecho, guantes y zapatos blancos.
Nuestra intención era mirarlos, enternecernos, jugar con ellos y regresar a casa...Nada más. Lo juro. Más que decírselo, se lo había advertido así a mi hijo durante todo el camino hacia la veterinaria, y en ese momento -no se por qué- empecé a repetírmelo insistentemente...
De pronto, aquella miniatura patilarga se apartó del grupo y empezó a caminar pegándose a la alambrada de la jaula siguiéndonos y mirándonos fijamente. Fue entonces que nos dimos cuenta de que había algo fuera de lo común en aquellos ojos redondos, ocuros, brillantes y expresivos. Mi hijo y yo coincidimos y casi al unísino nos dijimos "¡Mírale los ojos!". Ella había empezado ya a "hablarnos"...
¿Qué creen que pasó? ¡Eso mismo! Ese día creció la familia... Por supuesto, no le fue nada difícil ganarse a Esther de inmediato; ella fue quien enseguida empezó a llamarla "bebé" y luego, quizás en atención a su delicadeza, dulzura y engañoso tamaño, devino en "Beba". ¡Cómo creció aquello que Tamara pronosticaba como "No te preocupes, unos pocos centímetros del suelo; su mamá es pequeña"...!
Bueno, no sólo habla con los ojos, (¿Volvemos a las fotos, por favor?) ¡Beba tiene un vocabulario amplísimo! Y en esta casa todos somos especialistas en "cuti"... "Mamá, cuti-vo, cuti-y, cuti-a, cuti-sa, cuti-lir". Hay muchísimas palabras vedadas: voy, salir, vamos, calle, comer, pan, carne, paseo, comprar y alrededor de 10 más que si el asunto no es con ella... ¡a practicar cuti! No obstante, a ciertas horas del día o de la noche, cuando recordamos sin hablar que le debemos un paseo y sustituimos el cuti por señas muy disimuladas, la Beba -luego de haber recorrido varias veces, a brinquitos y con la cola a millón, el espacio entre la puerta de la calle y cada uno de nosotros- se sienta y comienza a mirarnos fijamente. Finalmente, en el colmo de la impaciencia, nos toma de la mano con su hocico y nos lleva al perchero donde está colgada su correa... Algo me dice que pronto el "cuti" será absolutamente inútil...
Por supuesto, dentro de su amplio vocabulario, están los nombres de las personas más cercanas a nosotros y los de cada uno de sus muñecos de peluche. Si se le pide que traiga a Milo (su osito azul), es Milo quien viene con ella después de buscarlo en su cesta o por todos los rincones de la casa. Igual con Gato, Ami, .Picachú, Mono, etc.
¡Buenos días! Como era tan pequeñita, siempre que la abrazábamos llenos de ternura, su cabecita iba a parar a nuestro cuello, que instintivamente cerrábamos para sentirla mejor... Esto signó una expresión máxima de cariño en ella y pronto notamos que la asimilió y empezó a imitarla a su manera... Beba acaricia con su cabeza. Trataré de explicarlo en detalle. Al abrir los ojos en las mañanas, y decir "Buenos días", se crea para ella uno de los momentos en que se expresa con muchísima vehemencia. Beba corre al encuentro de quien saluda, busca una pierna, un brazo, el pecho o el cuello, mejor para ella si aún estamos acostados, donde "entierra" su frente fortándola y haciendo presión, mientras su cola parece una hélice y emite un sonido que no hemos podido definir todavía; es algo que pudiera situarse entre quejido y suspiro. El ritual de esta caricia máxima de la Beba dura siempre alrededor de 2 ó 3 minutos. ¿Quedó claro? Bueno, nosotros dejamos de desentrañarlo hace mucho tiempo y nos limitamos a sentirlo profunda y deliciosamente. De hecho, me costó bastante tratar de describirlo... (¿Alguna vez se han puesto a describir el proceso que conlleva el abrazo apretado y amoroso de un hijo?).
Sé y saben quienes la conocen que no bastarían tres posts para contar de Beba; de sus variadas formas de comunicarnos sus alegrías, sus deseos, sus reclamos y de esa adorable manera de presentir y avisar que estamos llegando, asomándose al balcón,inquieta, moviendo la cola, ladrando pasito y mirando hacia la avenida, cuando todavía nos falta una cuadra para asomarnos a la esquina de la casa...
Les dejo dos fotos... Nadie la acuesta así. (Menos mal que siempre está impecable y que su palaje corto no admite "visitantes") Ella aprendió desde pequeñita que se duerme con almohada -aquí todos dormimos con almohada-. Lo cierto es que para ella puede ser un cojín, uno de sus tantos muñecos o la pierna del más cercano, pero hay que poner la cabeza en alto... Para taparse, primero se mete toda debajo de la cobija, se acuesta y muy cuidadosamente va girando hasta sacar la cabeza y colocarla en la almohada. Si el primer intento no resulta, Beba insiste con la misma tenacidad con que nos persiguió y nos "habló" en la veterinaria desde la alambrada de aquella jaula. Se trataba de feeling... y de esto la Beba sabe mucho...
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